Bienvenidas Hermanas Brujas

Este es un espacio creado para poder compartir las potencialidades que nos ofrece "lo divino" al habernos dado el don de nacer en cuerpo de mujer; la capacidad creativa femenina y lo sagrado de nuestros actos cuando surgen de la necesidad y desde el amor a la vida y al universo entero con el que danzamos en armonía.

Nuestro ser cíclico nos une en comunión con los demás ciclos naturales de aquí y de allá, nos hermana con el resto de las mujeres que habitamos juntas este bendito planeta.

Con la humildad de saberme parte del todo y la alegría de sentir el todo en el centro de mi vientre, me doy a ustedes y con vos, comparto lo que llevo adentro.

lunes, 11 de enero de 2010

Ya tenemos nombre, gracias



Desde hace un tiempo, vengo sintiendo la necesidad de no usar el lenguaje que se está implementando en España en todo lo referente a la “Conciliación de la Vida Familiar, Laboral y Personal”., el cuál trata de "bautizar" a hijas e hijos y demás seres que necesitan de cuidados, como “carga familiar”.
Soy madre, y mi hija y mi hijo no son para mí una carga familiar, son mi hija y mi hijo, Celia y Antonio. Los cuidados que necesitan no son una “carga” que hubiese que disimular poniendo “soluciones parche” para poder cumplir con un determinado concepto de “trabajo” en el mercado laboral; son necesidades reales. "No solo de pan vive el hombre (ni la mujer)". El amor también es alimento para el ser. Ha de ser el mercado laboral el que se adapte a los ciclos de vida y no la vida la que se meta con calza en el ritmo marcado por un sistema que no tiene experiencia propia en esta materia y cuya única medida es el intercambio económico, que de amor sabe bien poco.
Este lenguaje penaliza y culpabiliza a las mujeres que han ejercido su libertad y han optado por ser madres, porque resulta difícil hacer coincidir el ejercicio de la maternidad con el desempeño de un trabajo remunerado bajo unas condiciones de mercado que no hemos definido nosotras. (Además de hacer una caricatura de nosotras, pareciéndo del todo absurda nuestra decisión, y con ella nosotras mismas, de "echarnos una carga familiar a las espaldas" voluntariamente...). Está claro que al tratar de ejercer la maternidad y continuar en el mercado de trabajo, surgen complicaciones y dificultades, pero esta manera de nombrar la realidad pone el acento en el lugar equivocado, señalando como problemático la necesidad de cuidado (y amor, que no se dice porque no se paga) del todo humana y no la estructura del mercado laboral, del todo fabricada.
El sistema oculta las experiencias singulares y las necesidades de seres interdependientes, que es lo que somos, (ole por las redes sociales!) y nombra la realidad desde el simbólico de autonomía y de ausencia de necesidad de cuidados, por lo tanto, ausencia también de responsabilidad de cuidar.
Buf...repelús me da la retaila "carga familiar" para interpretar los desajustes con el sistema, con los que vivimos algunas (muchas) y algunos (bastantes menos). Qué siga siendo así, el desajuste es buena señal, aún no nos hemos dejado apretar las tuercas del todo.

sábado, 9 de enero de 2010

Qué vemos cuando miramos...



En cierta ocasión, el comedor estaba lleno, como hacía bastante tiempo que no lo encontraba. Entre tantas mujeres y algún que otro varón, había también una niña, futura mujer, con su madre, comiendo juntas. La niña debía tener unos dos años de vida y su madre se afanaba en darle alimento mientras la entretenía con sus palabras y gestos. No se si la mujer habría comido o no, pero no la vi probar bocado, tal era su dedicación a su hija, a la relación con un ser que es presente femenino, futuro y esperanza.Ambas estaban solas en medio del bullicio. Pareciese que la estampa viva de la relación primigenia causase rechazo a la "emancipación". Un fenómeno de repulsión curioso una vez he observado cuan poderoso es la atracción que ejercen las criaturas humanas en nosotras, es la atracción de la esperanza.
En aquella institución que ahora me es tan extraña, la imagen de la relación no instrumental y amorosa de una madre con su obra, de la autoridad y libertad que infunde el lenguaje establecido entre ellas; era deformada hasta ser interpretada como la imagen de la esclavitud y de la sospecha de ser igualmente esclava cualquiera que entablase con ellas relación.
Qué desorden simbólico fuera de la bella imagen de la mujer junto a su obra, madre e hija, y cuanta luz desprendían gratuitamente para iluminarnos al resto en nuestra ceguera.

Caminemos sin perder de vista el deseo que nos movió a emprender el viaje


Cuando la maravilla se hace invisible a los ojos...

El impacto social, humano, que pueda tener el haber dedicado con entrega algunos años de mi vida, qué ahora reconozco como pocos, a hablar a mi hija y a mi hijo del amor, de la belleza, de las relaciones, de las mujeres. Mi acción feminista me impulsa a generar en mis hermanas la confianza de que emplearse en esta tarea no es banal.
En términos de inversión (mi simbólico aún no me permite encontrar otra expresión...); ¿no da más frutos dedicar nuestra energía a la educación de la siguiente generación que delegar su espíritu en una escuela patriarcal?.
Si nos ceñimos a nuestra experiencia, sabemos que en caso de poder poseer algún conocimiento en la cuestion, es probable, que seamos las mujeres las depositarias del mismo. ¿Qué puede decir la escuela al respecto?. Nuestra acción de trasformación social NO TRASCENDERÁ si no siembran las que saben. Nuestro "feminismo" morirá con nosotras. Mi tiempo es finito y costosa en sufrires la lucha contra el poder; y sin embargo, qué natural resulta enseñar a hablar tu lengua, tu simbólico a tus criaturas en una relación continua, desde el profundo amor sincero.
Las mujeres no deberíamos luchar por el "derecho" a que nos quiten la única posibilidad de cambio real que tiene este mundo. Estamos andando un camino equivocado dejándonos "invitar" a delegar esta tarea en las instituciones.
Si atendemos a nuestro cuerpo y el conocimiento acumulado, sabremos leer el dolor, las lágrimas o la culpa que algunas experimentamos al desaprovechar la única opción de cambio real cuando entregamos a nuestras hijas e hijos al sistema, sin necesidad de acudir a la manida "socialización diferencial" para explicar nuestro malestar.
Las mujeres tenemos conocimiento y la disposición para darnos autoridad unas a las otras. Tenemos palabra y con ella capacidad de nombrar y de crear realidad, ahora es el momento de decidir que queremos hacer con ella. Si las mujeres creemos que estamos trabajando por la causa de las mujeres, del mundo, mientras que rechazamos la posibilidad de educar y cuidar del alma de generaciones para tratar de hacerlas libres, estamos perdiendo el norte.
Se nos quiere convencer de que una mujer emancipada es aquella que no desea dar vida, y en caso de darla, delega la educación de su criatura, su posibilidad de salir del sistema, en una institución, mientras intentamos conjugar esto con el discurso de "el objetivo se alcanzará a través de la educación"...

Cuándo no todo tiene un precio


Sobre el trabajo remunerado me inquieta el análisis que en ocasiones, se hace de las razones de algunas, muchas mujeres para optar a un trabajo de media jornada así como la argumentación que justifica las bonanzas y la conveniencia de la jornada de cuarenta horas semanales.
El mercado laboral sustentado en la economía neoliberal es un monstruo que todo lo engulle y que trata de hacer lo propio con la misma vida y sus ritmos. La medida del trabajo en la economía liberal es exclusivamente el dinero, sin embargo las mujeres somos capaces de encontrar otras medidas a la hora de valorar un puesto de trabajo.
Muchas de nosotras sabemos que el trabajo es un medio que nos ha de facilitar la vida, y que el dinero por sí solo no lo hace. Por lo tanto, la medida del trabajo, más allá de la nómina, es la calidad de las relaciones establecidas en el entorno laboral así como un horario y una distancia física que nos permita compatibilizar el tiempo de trabajo remunerado con el resto de las facetas, amplias y diversas de nuestra vida. Es decir, las mujeres hemos conseguido de manera natural que ni el trabajo remunerado ni el dinero sean el centro de nuestras vidas, el centro de la existencia misma. 
Este es un ejemplo más de la libertad de las mujeres al final del patriarcado que el sistema trata de enfrentar rebajando el precio de la hora trabajada de tal manera que trabajar menos de cuarenta horas semanales dificulta enormemente el llegar a fin de mes. Ante esta estrategia, se alienta a las mujeres a que reclamen su "derecho" a trabajar cuarenta horas semanales facilitando escuelas infantiles y otro tipo de recursos para que nosotras también ejerzamos ese “derecho” y no creamos tener nada que lo ponga en cuestión. 
Creo que si las demandas de las mujeres pusiesen en peligro realmente el status quo del sistema patriarcal y capitalista, no tendrían cabida en el mismo, así que este impulso a la incorporación de las mujeres al trabajo remunerado a tiempo completo lo intuyo como una “invitación” a la vuelta al redil y como vuelta al redil entiendo, el colocar el dinero en el centro de la misma vida, dinero que en la economía neoliberal es la única medida.