En cierta ocasión, el comedor estaba lleno, como hacía bastante tiempo que no lo encontraba. Entre tantas mujeres y algún que otro varón, había también una niña, futura mujer, con su madre, comiendo juntas. La niña debía tener unos dos años de vida y su madre se afanaba en darle alimento mientras la entretenía con sus palabras y gestos. No se si la mujer habría comido o no, pero no la vi probar bocado, tal era su dedicación a su hija, a la relación con un ser que es presente femenino, futuro y esperanza.Ambas estaban solas en medio del bullicio. Pareciese que la estampa viva de la relación primigenia causase rechazo a la "emancipación". Un fenómeno de repulsión curioso una vez he observado cuan poderoso es la atracción que ejercen las criaturas humanas en nosotras, es la atracción de la esperanza.
En aquella institución que ahora me es tan extraña, la imagen de la relación no instrumental y amorosa de una madre con su obra, de la autoridad y libertad que infunde el lenguaje establecido entre ellas; era deformada hasta ser interpretada como la imagen de la esclavitud y de la sospecha de ser igualmente esclava cualquiera que entablase con ellas relación.
Qué desorden simbólico fuera de la bella imagen de la mujer junto a su obra, madre e hija, y cuanta luz desprendían gratuitamente para iluminarnos al resto en nuestra ceguera.
En aquella institución que ahora me es tan extraña, la imagen de la relación no instrumental y amorosa de una madre con su obra, de la autoridad y libertad que infunde el lenguaje establecido entre ellas; era deformada hasta ser interpretada como la imagen de la esclavitud y de la sospecha de ser igualmente esclava cualquiera que entablase con ellas relación.
Qué desorden simbólico fuera de la bella imagen de la mujer junto a su obra, madre e hija, y cuanta luz desprendían gratuitamente para iluminarnos al resto en nuestra ceguera.
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